El modelo de crecimiento económico de la CEPAL vs el modelo de crecimiento económico asiático
El modelo económico de la CEPAL
El modelo cepalino es un modelo de crecimiento económico que nació con la idea de replantear las bases del comercio internacional y revisar las teorías ricardianas de funcionamiento de las economías internacionales en los países en vías de desarrollo. Fue desarrollado por Presbich[1].
El modelo está basado en un principio de dependencia entre centro y periferia: la industrialización originaria donde se conforman las economías industriales se basa en una división internacional del trabajo que establece dos grandes bloques:
- Los países centrales, productores y exportadores de productos manufacturados.
- Los países periféricos, productores y exportadores de materias primas.
Este esquema podría ser perfectamente compatible con la teoría ricardiana de la ventaja comparativa, sin embargo hay una serie de mecanismos de mercado que impiden la transformación de los países productores de materias primas en países manufactureros (lo que constituiría la situación ideal).
Una de las claves de estas relaciones asimétricas tiene su origen en el deterioro de los términos de intercambio comercial, es decir, la relación de intercambio entre productos manufacturados y materias primas. La situación ideal sería que hubiera un equilibrio entre materias primas y producto manufacturado:
Términos de intercambio comercial = materias manufacturadas/ materias primas.
No obstante, a lo largo del tiempo, se produce un deterioro en estas relaciones de intercambio, ya que los precios de los productos manufacturados se elevan y los precios de las materias primas y los productos agropecuarios tienden a caer. Esta tendencia provoca que los países de materias primas tengan que aumentar el número de exportaciones para poder pagar el precio creciente de las importaciones. Esto se traduce en un desequilibrio que tiene como consecuencia un déficit que puede llegar a ser crónico en los países productores de materias primas. Esto se produce como efecto de la elasticidad renta de la demanda (un indicador que mide cómo cambia la demanda en relación de la renta). Con esto se deduce que, la elasticidad renta de la demanda de las manufacturas será siempre favorable a los países manufactureros (puesto que a mayor renta , más consumo de productos manufacturados). Por otra parte, esta tendencia irá en detrimento del consumo de materias primas (y es que a más renta, menos consumo de materias primas o productos agropecuarios). Por lo tanto, el precio de las manufacturas siempre se incrementará, mientras que el precio de las materias primas decaerá. Toda esta situación provocará un agravamiento de los déficits comerciales de los países en vías de desarrollo y los condenará a una «espiral del atraso» de la que no podrán salir y se producirá una deterioro endógeno de los términos de intercambio internacionales.
Esta situación redefine la teoría del crecimiento, la teoría ricardiana del comercio internacional y las estrategias políticas económicas.
La CEPAL propone una revisión entre las economías nacionales y las internacionales y retoma los conceptos de industria naciente e industria madura.
Algunos rasgos básicos del modelo
- Estrategias de crecimiento autocentradas. Se propone el aislamiento de los países en vías de desarrollo del comercio internacional hasta que alcancen un nivel de industrialización adecuado que los haga ser competentes en el mercado internacional. Se parte de la base de que las industrias nacientes no pueden hacer competencia a las industrias maduras.
- Sustitución de las importaciones. En lugar de importar manufacturas, hay que apostar por la producción nacional y cerrar el mercado a las importaciones (pero no a las exportaciones). O sólo hay que importar aquellas manufacturas estratégicas. El problema de la sustitución de importaciones es la escasa acumulación de capital originario. Es decir, ¿de dónde se obtiene el capital para invertir o cómo se adquiere una clase obrera formada para esas nuevas industrias crecientes? La propuesta es:
- Un proceso de industrialización estatal: el estado se convierte en el principal promotor industria y aparece la industria pública, que sustituye la aportación de capital privado.
- Creación de un sistema fiscal que transforme la renta o la capitalice.
- Desarrollo de un mercado interior/nacional inexistente anteriormente. Basado, por supuesto en un diseño autocentrado.
- Creación de una política de rentas expansivas, es decir, la creación de una clase obrera y una clase media con niveles de renta adecuados para el consumo de productos manufacturados. Esto se traduce en un aumento de sueldos.
Enrique V. Iglesias[2], en su artículo El papel del Estado y los paradigmas económicos en América Latina[3]¸ destaca las siguientes características del modelo cepalino:
- Encuadre del paradigma en relación centro- periferia
- Orientación del desarrollo hacia adentro
- La importancia del desarrollo tecnológico
- Un modelo de industrialización sustitutiva
- Rol activo del Estado
El fracaso de la CEPAL
Este modelo rompe con las teoría del comercio internacional, como se ha comentado anteriormente, e intenta dar una respuesta eficaz a los fracasos económicos de los países en vías de desarrollo, en este caso, de América Latina. La meta es romper la espiral del atraso. Sin embargo, y a pesar de su buena base teórica, el modelo no funcionó por los enemigos exteriores del modelo, la industrialización selectiva de algunos países (y otros no) y los límites endógenos del propio modelo. El modelo resultó ser demasiado proteccionista y se entró en una dinámica circular de aislamiento progresivo con una dinámica de costes comparativos inconsistente. El modelo se basaba en el modelo de desarrollo alemán, que en Alemania funcionó a causa de un calendario donde se iba reduciendo el proteccionismo poco a poco. Alemania, con una política económica parecida a la de la CEPAL, interiorizó la ida de un proteccionismo transitorio, no permanente, cosa que no hizo América Latina, donde el proteccionismo conllevó más proteccionismo y por ende, más aislamiento.
Iglesias destaca además, el agotamiento progresivo del modelo Latinoamericano y lo atribuye a varios factores, entre ellos, los fallos en la implementación del modelo. «Las bases fiscales fueron insuficientes, debido en gran medida a la ausencia de un auténtico pacto social y político redistributivo. El Estado fue fácilmente dominado por intereses particulares, entre otros, los de las agrupaciones o partidos políticos, grupos económicos, líderes militares, caudillos o dictadores, los cuales fortalecieron su poder político y económico por la vía del Estado. Eso explica también el carácter clientelista del empleo y de la gestión del gasto público por los regímenes autoritarios o semidemocráticos». [Iglesias, 10]
Iglesias califica los Estados del modelo cepalino de «omnipresentes, centralistas y cautivos». La inestabilidad política, las deficiencias democráticas, el rentalismo, la especulación y la corrupción tampoco ayudaron a que el modelo avanzara. Los beneficios del crecimiento inicial excluyeron a la población y esto deslegitimó al Estado. Además, no se puede olvidar la aparición de la primera crisis del petróleo en 1973 y la segunda en 1979. En el 79, el precio del petróleo aumentó, mientras que el precio de los productos básicos disminuyó de manera importante. En 1980 el modelo fracasa y América Latina se sumerge en lo que se denomina la «década perdida«, que tiene su máxima expresión en la crisis de la deuda y se traduce en:
- Aceleración de la inflación
- Pérdida de competitividad
- Incremento de las distancia social entre clases
- Destrucción de bancos centrales, ministerios de planificación e instituciones financieras y de fomento.
- Pérdida de las perspectivas a largo plazo.
En palabras de I. Briscoe[4], «en términos macroeconómicos, la inflación, el déficit de balanza de pagos, la crisis y la fluctuación de tasas de cambio fueron los resultados comunes»[5].
Fue más tarde cuando los teóricos de la CEPAL vieron que el modelo ni funcionaba ni iba a funcionar de nuevo cuando se adoptó el Consenso de Washington, que promovía un nuevo concepto de Estado: minimalista y prescindente. «La prescindencia del Estado en la realización de las reformas hizo que estas experimentaran una pérdida generalizada de credibilidad». Para Enrique V. Iglesias, el Consenso de Washington no funcionó: «La relación del Estado con el mercado y los ciudadanos en este nuevo paradigma conllevó una baja capacidad de la administración pública para elaborar e implementar las políticas, debido en gran medida, a las crisis fiscales sufridas. Las reformas de la administración pública derivaron más en reformas fiscales que en ejercicios específicos de reorganización». [Iglesias, 11]
En la década de los noventa, con el giro hacia la democracia de la mayoría de los países Latinoamericanos, se produce una apertura al comercio internacional, se cambian las políticas fiscales (se hacen más estrictas), se produce la privatización de algunas empresas y se reducen algunos aranceles.
El modelo económico asiático
En «El papel de Asia en la economía mundial»[6], Chung Hae Wang[7] reflexiona acerca del surgimiento y crecimiento de las economías asiáticas a partir de la Segunda Guerra Mundial y destaca como elemento principal el dinamismo y la rápida industrialización como elementos fundamentales. «Una de las razones que explican este logro es que después de la Segunda Guerra Mundial , se creó un orden mundial más abierto, lo que despejó el terreno y permitió resolver los problemas de escasez de capital y tecnología a través de las importaciones. Los abundantes recursos de Asia, que antes habían obstaculizado el desarrollo, se convirtieron en la fuerza impulsora de la industrialización en la región cuando se combinaban con el capital y la tecnología de los países desarrollados» [Hae Wang,1]
El modelo de crecimiento económico asiático tiene su pieza central en la financiación de la industrialización por parte del superávit por cuenta corriente. Como hemos visto anteriormente, en el modelo cepalino el Estado tiene un papel totalizante, mientras que en el modelo asiático, el Estado adquiere un papel de promotor: su papel es promover fórmulas de industrialización basadas en la cooperación pública y privada. El objetivo del modelo económico asiático es el de conseguir una política comercial estratégica que combine la promoción de las exportaciones con una fuerte política de protección de las importaciones. A diferencia del modelo cepalino, es un planteamiento muy abierto al comercio internacional. Esto se traduce en una dosificación selectiva de la entrada de importaciones, es decir en un comercio administrado de las importaciones y una importante promoción de las exportaciones, basadas estas últimas en la competitividad de costes.
Según el economista Moral Santín, la clave del modelo asiático está en los costes unitarios laborales relativos (el resultado que se obtiene de medir el coste laboral y la productividad), un indicador sintético central para las economías asiáticas. La competitividad se calcula en función del coste y la productividad. Este último concepto, el de productividad, cobra especial relevancia en el modelo de crecimiento económico asiático. Y es que, para mantener unos niveles de productividad adecuados, la industria deberá ser innovadora y promover una mano de obra cualificada. Asimismo, la innovación vendrá ocasionada por una competencia tanto interior como internacional que funcionará como aliciente (uno de los factores que se echa en falta en el modelo cepalino). Tal y como aseguró la Growth Comission en 2008 «el cambio estructural bajo presión competitiva es lo que propulsa el crecimiento de la productividad». Así pues, la tensión innovadora se presenta como una característica fundamental del modelo.
El papel de Estado
En el modelo asiático el Estado actúa como un agente cooperador que fomenta fórmulas de desarrollo empresarial compartidas (iniciativas públicas y privadas). Esto fue promovido, por ejemplo por el MITI (Ministerio de Comercio Internacional e Industria) de Japón: impulsó y coordinó políticas de microeconomía activas y planteó proyectos de industrialización donde cooperaban el sector público y el privado. Con este modelo se ponen en juego los siguientes elementos:
- la financiación
- la innovación y la tecnología
- la gestión estratégica del comercio internacional
Además de articularse ciertas medidas proteccionistas pero sin dejar de lado los proyectos volcados al exterior. Los pilares centrales de este modelo son:
- el mantenimiento de las exportaciones
- el mantenimiento de unos costes unitarios laborales relativos competitivos
- una promoción de la industria competitiva por parte del Estado
Para I. Briscoe, el secreto del crecimiento económico de los estados asiáticos se fundamentó en «una extraordinaria concentración asimétrica de energías nacionales hacia el crecimiento, en la cual burocracias competentes y asiladas dirigían empresas y fuerzas de trabajo hacia el beneficio y una porción de mercado aún mayor (…) además de fomentar un conjunto de políticas intervencionistas que incluyeron patentes públicas, subsidios, protección de industrias nuevas, inversión en infraestructura y un arsenal de esquemas dirigidos a ponerse a la superación de la brecha tecnológica. [Briscoe, 5]
Comentario al modelo asiático
En el informe de FRIDE, el investigador I. Brisoce destaca que el desarrollo liderado por el Estado busca, a través de la intervención, la importación, los incentivos y el terror, guiar y acelerar el proceso de la adquisición industrial. «No conlleva políticas particulares, tendiendo puentes entre la privatización forzada y la colectivización, la autarquía y la apertura. Algunas de estas políticas podrían ser defectuosas o irracionales. Otras, sin embargo, podrían tener éxito en el logro de sus objetivos dentro de un contexto particular». [Briscoe, 6]
Por último, es importante destacar, tal y como lo hace Hae Wang en su informe, la importancia de la imitación y el papel activo de los gobiernos, tal y como ya se ha comentado anteriormente: «El tiempo necesario para alcanzar el desarrollo económico se pudo acortar sustancialmente mediante la ventaja tardía de la imitación.. Otro factor importante es que los gobiernos asiáticos han desempeñado un papel activo, por ejemplo, elaborando planes y prestando apoyo para el desarrollo en vez de limitarse a dejar todo librado a la dinámica de los mercados». [Hae Wang, 2]
Conclusiones
Tal y como asegura Iglesias, «el subdesarrollo económico es mucho más complejo de lo que nos pensamos (…) hay que evitar los reducimientos o simplificaciones excesivas de la realidad que suelen acompañar la búsqueda de los paradigmas». Al parecer, el modelo asiático no fracasó porqué la burocracia trabajó de manera eficiente y no se dejó influenciar por los intereses de particulares, a diferencia de América Latina. De todos modos, el modelo asiático no siempre produjo crecimiento y beneficios, ya que en algunos países condujo a una corrupción crónica y el desastre económico, tal y como asegura Briscoe.
Dani Rodrik[8], señala que «los países en desarrollo exitosos tienden a aprender a largo plazo, a través de un proceso de prueba y error, cómo constituir instituciones que puedan incrustarse en la sociedad y en los negocios con el objeto de extraer los resultados más positivos».[9]
Sea como sea, es evidente que los países asiáticos han alcanzado un grado de industrialización que la mayoría de países latinoamericanos no han alcanzado. Asimismo, Asia, y China en concreto, se ha convertido en la locomotora mundial de la economía internacional. La crisis mundial que azota el mundo desde 2007 ha puesto en evidencia la fragilidad de las economías europeas y norteamericana y Asia se ha alzado como la gran potencia económica que domine el mundo en los próximos años. El surgimiento de los BRIC así como la preponderancia de Brasil en el Latinoamérica son factores que no deben pasar desapercibidos, así como las economías del Medio Oriente y de todos aquellos países ricos en recursos naturales, ahora tan valiosos para los países más desarrollados.
[1] Raúl, Presbich, economista argentino (1901-1986)
[2] Enrique V. Iglesias era, en el momento en que se publicó el artículo (2006), Secretario General del SEGIB (Secretaría General Iberoamericana). Es ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y ex secretario ejecutivo de la CEPAL.
[4] I. Briscoe, investigador en FRIDE
[6] HAE WANG,Ch. El papel de Asia en la economía mundial. Banco Central de la República Argentina. Fecha de publicación: junio 2006. última consulta: 18 de diciembre de 2012. [En línea]. Disponible en http://www.bcra.gov.ar/pdfs/eventos/chung.pdf
[7] Hae Wang, Chung era en 2006 vicepresidente y director general del Institut for Monterrey and Economic Researcher del Banco de Corea.
[8] Economista y profesor de Economía Internacional en John F. Kennedy School of Government, Harvard University.
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